OBRA
DESCARGAR CATÁLOGO EL BARCO BORRACHO
Un poema de Pepe Yáñez con los colores del vino
José M. Carmona Domínguez
El pintor construye un mundo con los colores del vino e invita al naufragio interior del poeta en su barco ebrio. Dibuja un paisaje repleto de vitalidad que rezuma frescura, escribe un poema como un mar de azules y violetas, una marea verdinaranja de vides, olas de caldo con cálidos destellos, impacientes sarmientos, zarcillos laberínticos. El pintor pinta lo que pinta, lo que se ve pertenece a otros.
El pintor emula un rompimiento de gloria con el color de las trompetas de Kandinski y hace estallar el lienzo y desborda el apacible ambiente en un tabanco jerezano; traza perfiles sin nombre por cuyos gaznates baja el vino como fleuves impassibles; insinúa sugestivas siluetas y sombras tintas, illuminant de longs figements violets, de incógnitos personajes que te observan, que esperan, que hablan, que beben, que deambulan por el mundo tabernario.
El pintor agita los cuerpos atrapados en el vértigo de la danza del vino, como bacantes, que luchan por salir de una maraña de redes que nacen de sus propios movimientos, dans les clapotements furieux des marées.
El pintor escribe un tratado de sensualidad en las pequeñas composiciones rosas y amarillas con trazo ligero y límpido, con colores de textura densa, como la de los vinos reservas, y en una noche con luna chagalliana, el poeta dibuja la explosión nocturna de los sarmientos.
El poeta pintor crea este universo tangible y efímero con los signos del lenguaje del vino, sus colores – y hasta su textura y sus olores – envuelven todo el paisaje.
La vid(a) lo invade todo en esta hermosa colección de Pepe Yáñez.
Un poema de Pepe Yáñez con los colores del vino
José M. Carmona Domínguez
El pintor construye un mundo con los colores del vino e invita al naufragio interior del poeta en su barco ebrio. Dibuja un paisaje repleto de vitalidad que rezuma frescura, escribe un poema como un mar de azules y violetas, una marea verdinaranja de vides, olas de caldo con cálidos destellos, impacientes sarmientos, zarcillos laberínticos. El pintor pinta lo que pinta, lo que se ve pertenece a otros.
El pintor emula un rompimiento de gloria con el color de las trompetas de Kandinski y hace estallar el lienzo y desborda el apacible ambiente en un tabanco jerezano; traza perfiles sin nombre por cuyos gaznates baja el vino como fleuves impassibles; insinúa sugestivas siluetas y sombras tintas, illuminant de longs figements violets, de incógnitos personajes que te observan, que esperan, que hablan, que beben, que deambulan por el mundo tabernario.
El pintor agita los cuerpos atrapados en el vértigo de la danza del vino, como bacantes, que luchan por salir de una maraña de redes que nacen de sus propios movimientos, dans les clapotements furieux des marées.
El pintor escribe un tratado de sensualidad en las pequeñas composiciones rosas y amarillas con trazo ligero y límpido, con colores de textura densa, como la de los vinos reservas, y en una noche con luna chagalliana, el poeta dibuja la explosión nocturna de los sarmientos.
El poeta pintor crea este universo tangible y efímero con los signos del lenguaje del vino, sus colores – y hasta su textura y sus olores – envuelven todo el paisaje.
La vid(a) lo invade todo en esta hermosa colección de Pepe Yáñez.