"Cuando recibí la propuesta del IAF haciéndome el honor de realizar este cartel tuve claro que tras este largo año que nos ha tocado vivir, éste solo podría ser un canto a la libertad. Esta pieza tiene su origen en los muchos apuntes que he tomado a lo largo de los años en los ensayos de espectáculos de artistas flamencos que me honraron con su confianza y amistad, y me permitieron asomarme a este arte de emociones inexplicables como un apasionado intruso, desde sus mismas tripas, atrapándome para siempre. De las tres disciplinas que conforman el flamenco, el cante, representado en el cartel de la anterior edición, el toque y el baile, es este último, el cuerpo humano en danza, el receptáculo de las emociones que vierten los dos primeros. El baile es el mensajero que materializa lo que no se ve, la voz, la música, el compás, la vibración, la pasión, la tristeza, la furia, el júbilo.


Más allá del movimiento, lo que persigue esta figura es la estela que este deja en el aire, la que no vemos pero intuimos, ese escalofrío que nos deja en la piel el paso de un cuerpo que baila, que perdura cuando ya se ha detenido manteniendo aún en el aire, en el silencio, la vibración ya callada de la voz, el último arpegio de la guitarra. El trazo en la nada de un cuerpo libre, como el Flamenco. Espero haber sido capaz de transmitirlo"

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